Llueve nuevamente. Justo lo que deseaba.
Aquel joven, siempre preguntándose si merece esto o aquello, siempre preguntándose el porqué aún no puede ahogar y borrar esa mancha que se encuentra tiñendo el centro de su alma.
Aquel joven, siempre perdido, siempre tratando de hallar
una salida a esto que lo tortura brutalmente cada
minuto de su vida, casi perdido consigo mismo.
Aquel joven, intentando aprender cosas casi imposibles por medio
de libros que jamás han existido, y tratando de recordar cada detalle
de su pasado para quizás encontrar alguna respuesta que pueda arreglar algo de su frustrada mente el presente.
Caminando por calles invisibles, sin rumbo alguno, ya casi resignado de su pobre destino, en cual intenta recuperar todo con su
único escudo ante todo: su fe.
Ahora, continúa esperando a que la lluvia reanude su sagrada tristeza. Dicen que en ésta, se encuentra Dios, que en cada una de sus gotas se encuentra el perdón absoluto capaz de purificar la misma alma.
Él sólo sigue esperando, como siempre, tal y como lo ha estado haciendo hace ya mucho tiempo: su purificación.
Me pregunto si volverá a llover. Mi paciencia lamentablemente,
tiene límites.