sábado
Inercia
A pesar de la incertidumbre del no saber qué puede pasar o que está pasando, aún existe la posibilidad de ver un poco mas allá cuando te sientes a veces algo abandonado por todo aquello que se llama fe.
Es imprescindible en estos momentos recordar de quien eres en realidad y cuantas cosas has hecho en contra de tu propia esencia, momentos en los cuales te das cuenta cuan perdido estas en ocasiones cuando creíste ya haberlo vivido todo.
Lo demás yace en el olvido pero en la extracción de la experiencia vivida; el de rescatar de alguna manera la moraleja que dejó toda esta transposición de ideas.
Nunca caminas a oscuras por aquellas calles que sueles odiar por los recuerdos que te traen, sólo te olvidas de que siempre tienes algo con lo que puedes hacer surgir aunque sea más leve destello que, dependiendo de quizá tu estado emocional del momento, pueda transformarse en algo más que un simple destello, puede que finalmente termine transformándose en una energía tal que te enceguezca y, al momento de poder volver a ver con lucidez, veas que ya estás en el hogar que tanto te gusta estar, ahí donde yace el corazón, el cual te abraza y te recuerda siempre que, en ocasiones, solo te pierdes por que así tu te lo permitiste. En este sentido no existe la equivocación, ya que si fuese así, tendríamos que haber pagado esos errores y, quizá, ahora probablemente, no estaríamos ni siquiera en donde estamos.
Los errores existen siempre, pero todo se centra en la intención, y en lo que guarda nuestra alma, nuestro niño interior que nos cuida de los pecados más humanos que se pueden cometer. Errores que, si bien a veces hacen daño, se puede influir en la energía karmínica del universo para trasmutar esta a una que entregue esperanza y amor. Todo es posible. Pero, más posible aún, es el perdonarse así mismo de esos errores que se nos escapan de las manos y se pierden en el orgullo y el egocentrismo, en el egoísmo.
Perdonarse para poder perdonar.
¿Cómo uno pide perdón si aun no está en armonía consigo mismo?
Palabras de amor que llenan en momentos cruciales a la hora de tomar decisiones, si debo seguir o debo detenerme. Palabras de bondad que traspasan todas las barreras negativas y que tocan con toda naturalidad y facilidad el espíritu que ha sido rasgado, regenerándolo nuevamente, cobijándose en el cariño y reencontrándose con la paz; paz que equilibra tu ser y finalmente el ser, que es uno mismo, que hace las paces con el destino para darnos una oportunidad más de seguir adelante y de seguir disfrutando este maravilloso regalo llamado Vida.
jueves
Un final incierto
Aún las piezas no se juntan del todo.
Creí que ya no me desmoronaba pero ahora lo único que hago es callar. Callar hasta mis pensamientos por un futuro incierto y lleno de confusión. Me dejo llevar por el momento y cada vez más deseo tener las propiedades de la gravedad.
No siento todo perdido, porque sé que en realidad no lo está. Pero en ocasiones quizá me gustaría que sí. No es el hecho de perderme en la soledad lo que me ahoga; es el hecho de saber qué hacer para solucionar las cosas y aun así, hacer nada.
Ganas de botar todo lo aprendido, desecharlo y desear que nunca estuvo ahí. Desear tal vez no haber vivido tantas cosas para terminar queriendo nada a cambio. Porque me cansa esperar tanto y me cuesta mucho surgir en estas condiciones.
Él no está ni bien ni mal. Está en la nada misma, solo percibiendo los estímulos más potentes o lo mas significativos. Desea pelear con la niebla y golpear el aire sólo para sentirse aliviado. Pero la frustración alimenta cada vez mas bocas.
Quizá ya sea hora de decir adiós a aquel estado permanente de sentirse hundido en la mierda, y tratar de morderse por lo menos el mismo brazo para sentir que queda tiempo para nosotros, y darse cuenta que todo no es más que un capítulo más de un libro que no nos gusta y que está a punto de terminar.
Lo único que espero es que sea un libro de pocas páginas. Ya no quiero seguir leyendo.
miércoles
Impersonalidad
domingo
Intuición compartida
Días especiales...
Suele caminar mirando hacia el cielo, observando el trayecto de las lentas nubes justo después de los días de lluvia.
La belleza del paisaje, simplemente lo deja atónito, provocando que no haga otra cosa que seguir contemplando, deseando también que el cielo regrese con sus oscuras y sinuosas nubes a empapar todo nuevamente, para así continuar mirando el trayecto de estos algodones flotantes que tienen el poder de transformar toda superficie en espejos; espejos que sirven para que las personas que nunca alzan su vista hacia el cielo, recuerden que tienen un hermoso mundo que pueden disfrutar y vivir.
viernes
El as bajo la manga...
Cuando tus ojos se cierran en las noches de soledad y tu mente aprovecha este momento para proyectarlas miles de imágenes que quisieras vivir en tu vida real, puedes sentir como tu cuerpo completo se deprime, que intenta aunque sea arrastrarse con las pocas fuerzas que expulsa la esperanza. Tu lucidez se disipa, se pierde y ya la enorme torre de cartas que habías construido a lo largo de tu vida, en un momento se derrumba. Como si fuese así de fácil destruirte.
No te pierdas, no tambalees cerca de la orilla de aquel abismo, éste confunde, te lleva por donde existe más niebla y te llegas a desconocer. Tu voz no es la misma, tus pensamientos fluyen en dirección contraria y ya dejas de escucharte. El silencio te consume, te atrae hasta ni siquiera escuchar los gritos de desesperación que expresa tu alma.
Tus ojos, aquellos ojos, la única parte de tu cuerpo que, a pesar de los años que pasen jamás cambian. La parte de ti que se mantiene intacta. Curioso, es la misma parte por donde se refleja tu esencia, esta que incluso nace antes que tú, antes de que cualquier destino sea preconcebido, mucho antes que tus impulsos te llevan a cometer los primeros errores y la ingenuidad se pierde con el niño de tu interior, dándole paso a la experiencia que, a veces, es mejor no tener.
Mira a tu alrededor y recoge con cuidado las partes de tu inconsciente. Únelas sin miedo y confía, que no siempre se juegan las peores cartas.
domingo
¿Qué?
jueves
A new chance
Sin darnos cuenta a veces cuando creímos estar rendidos ante la oscuridad y nos dejamos llevar por el dulce sabor del dolor hasta llegar prácticamente al masoquismo, hay un leve cambio en toda tu realidad. Ese sutil suspiro de esperanza que te da la misma vida
cuando te da la mano, te la toma con fuerza y te guía, llevándote hasta el fondo de ti mismo y te hace ver cosas que nunca te habías dado cuenta.
Cuanta fuerza existe en ese espacio. Cuanta energía se dispersa por tu cuerpo. ¿Sientes los escalofríos en tu espalda? Sí, aquellos que nacen al dejarse llevar por una melodía agradable para los oídos de tu alma. No son sólo escalofríos; es una energía vital que te llena, te rehabilita y sientes que la vida misma te ha dado una nueva oportunidad; una nueva oportunidad de devolver las cosas en su lugar y limpiar las cosas que se cayeron al piso de la inconsciencia.
Cuántas veces hemos perdido el sentido de la vida o el sentido de nuestro verdadero camino en que tenemos ese sentimiento de estar desviados y nos auto convencemos de que estamos en lo correcto pero, es tan sólo nuestro ego el que logró que sucumbiéramos frente a mismo por sentirse un poco mas libres, ¿pero de que? De nuestros errores, las malas decisiones y del daño que quizás hemos causado.
Alcemos la vista y miremos a nuestro alrededor. Cuantas veces nos arrepentiremos después de no haber visto aquel atardecer aunque sea de la ventana de tu cuarto. Cuándo sabremos el momento en el que será la ultima vez que sentiremos la lluvia sobre nuestra piel. Cuándo será la ultima vez que sentiremos la piel y el calor de otra persona.
Observemos cuan agradable y cuan perfecta es la vida sin tropezar con los deseos egoístas que a veces tenemos.
¿Acaso pasarla bien implica hiperpolarizarse y lanzarse un momento a la vida y sentir por unos momentos que "vives"?
Es mejor mirar aquella nube que nunca vemos que, esta ahí, todos los días esperando que veamos una figura que adopta su cuerpo con el toque artístico elegante del viento.
Disfrutemos cada sinfonía de nuestras emociones y guardémoslas un poco más que de costumbre. De verdad tratemos por lo menos una vez en la vida de vivir.
Sigamos con los nuevos brillos del amanecer de nuestro ser y esas nuevos aires que a veces se nos obsequian y hagamos que nuestra instancia sea recordada, quizás no por todos, pero si por las personas que son importantes para nosotros y para aquella energía universal e infinita que algunos llamamos Dios. O, sólo por nosotros, para sentir que tenemos un cuerpo, un alma, y vida.
miércoles
If you don't believe in something, believe en yourself
Un camino a la Esperanza.
No había que pensar demasiado para darse cuenta de que los pasos que damos son nada más que un golpe de fe para seguir adelante.
No había por que parar en en esa pared fría y húmeda, apoyarse con la espalda y dejar el cuerpo caer como si pesara una tonelada, como si los pecados y lo errores de verdad pesaran, cruzarse de brazos y abrazarse las piernas y soltar unas cuantas lágrimas a la lluvia para que no se dieran cuenta de tu dolor.
No tenía por que tomar una hoja y un papel para plasmar mis tragedias más recordadas y dolorosas para sentir que me desahogaba con cada curva que dibujaba con mi lápiz, imaginando que éste era mi mejor novelista y quizá, hasta un amigo más que no hacía mas que incrustar aún más las espinas que tenía rodeando en mi cabeza. Condenado.
No era soledad lo que respiraba, de verdad era oxígeno. Lo único que debía hacer era darme cuenta de que aún sigo vivo. Que aquellos recuerdos que no hacían nada más que llevar mis manos hasta mi cabeza y soltar mis emociones, eran sólo una fantasía de mi inconsciente perdido para sentirse, aunque sea por un momento, que vivía, que controlaba mis ganas de seguir, deprimiéndome hasta decir basta, ahorcando mi espíritu y saboteando mi alma.
No eran los recuerdos de los errores ya cometidos los que creí que me daban lecciones de vida; era mi alma hambrienta de sabiduría la que me mostraba todo sin decirme nada.
No eran mis ojos los que me hacían ver que de verdad existía algo más allá que las paredes de mi cuerpo; era mi conciencia y mi percepción que susurraban mi oído cuando deba un paso en falso.
No era el dolor lo que me hacía sentir que estaba vivo.
Era mi propia fe que, siempre que la necesitaba, estaba ahí esperando para desatar su esplendor para seguir creyendo que Tú existes.
Ahora lo entiendo,
Solo se trataba de tener fe.
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