jueves

A new chance


Sin darnos cuenta a veces cuando creímos estar rendidos ante la oscuridad y nos dejamos llevar por el dulce sabor del dolor hasta llegar prácticamente al masoquismo, hay un leve cambio en toda tu realidad. Ese sutil suspiro de esperanza que te da la misma vida
cuando te da la mano, te la toma con fuerza y te guía, llevándote hasta el fondo de ti mismo y te hace ver cosas que nunca te habías dado cuenta.

Cuanta fuerza existe en ese espacio. Cuanta energía se dispersa por tu cuerpo. ¿Sientes los escalofríos en tu espalda? Sí, aquellos que nacen al dejarse llevar por una melodía agradable para los oídos de tu alma. No son sólo escalofríos; es una energía vital que te llena, te rehabilita y sientes que la vida misma te ha dado una nueva oportunidad; una nueva oportunidad de devolver las cosas en su lugar y limpiar las cosas que se cayeron al piso de la inconsciencia.

Cuántas veces hemos perdido el sentido de la vida o el sentido de nuestro verdadero camino en que tenemos ese sentimiento de estar desviados y nos auto convencemos de que estamos en lo correcto pero, es tan sólo nuestro ego el que logró que sucumbiéramos frente a mismo por sentirse un poco mas libres, ¿pero de que? De nuestros errores, las malas decisiones y del daño que quizás hemos causado.

Alcemos la vista y miremos a nuestro alrededor. Cuantas veces nos arrepentiremos después de no haber visto aquel atardecer aunque sea de la ventana de tu cuarto. Cuándo sabremos el momento en el que será la ultima vez que sentiremos la lluvia sobre nuestra piel. Cuándo será la ultima vez que sentiremos la piel y el calor de otra persona.

Observemos cuan agradable y cuan perfecta es la vida sin tropezar con los deseos egoístas que a veces tenemos.

¿Acaso pasarla bien implica hiperpolarizarse y lanzarse un momento a la vida y sentir por unos momentos que "vives"?

Es mejor mirar aquella nube que nunca vemos que, esta ahí, todos los días esperando que veamos una figura que adopta su cuerpo con el toque artístico elegante del viento.

Disfrutemos cada sinfonía de nuestras emociones y guardémoslas un poco más que de costumbre. De verdad tratemos por lo menos una vez en la vida de vivir.

Sigamos con los nuevos brillos del amanecer de nuestro ser y esas nuevos aires que a veces se nos obsequian y hagamos que nuestra instancia sea recordada, quizás no por todos, pero si por las personas que son importantes para nosotros y para aquella energía universal e infinita que algunos llamamos Dios. O, sólo por nosotros, para sentir que tenemos un cuerpo, un alma, y vida.

miércoles

If you don't believe in something, believe en yourself


Un camino a la Esperanza.

No había que pensar demasiado para darse cuenta de que los pasos que damos son nada más que un golpe de fe para seguir adelante.

No había por que parar en en esa pared fría y húmeda, apoyarse con la espalda y dejar el cuerpo caer como si pesara una tonelada, como si los pecados y lo errores de verdad pesaran, cruzarse de brazos y abrazarse las piernas y soltar unas cuantas lágrimas a la lluvia para que no se dieran cuenta de tu dolor.

No tenía por que tomar una hoja y un papel para plasmar mis tragedias más recordadas y dolorosas para sentir que me desahogaba con cada curva que dibujaba con mi lápiz, imaginando que éste era mi mejor novelista y quizá, hasta un amigo más que no hacía mas que incrustar aún más las espinas que tenía rodeando en mi cabeza. Condenado.

No era soledad lo que respiraba, de verdad era oxígeno. Lo único que debía hacer era darme cuenta de que aún sigo vivo. Que aquellos recuerdos que no hacían nada más que llevar mis manos hasta mi cabeza y soltar mis emociones, eran sólo una fantasía de mi inconsciente perdido para sentirse, aunque sea por un momento, que vivía, que controlaba mis ganas de seguir, deprimiéndome hasta decir basta, ahorcando mi espíritu y saboteando mi alma.

No eran los recuerdos de los errores ya cometidos los que creí que me daban lecciones de vida; era mi alma hambrienta de sabiduría la que me mostraba todo sin decirme nada.

No eran mis ojos los que me hacían ver que de verdad existía algo más allá que las paredes de mi cuerpo; era mi conciencia y mi percepción que susurraban mi oído cuando deba un paso en falso.

No era el dolor lo que me hacía sentir que estaba vivo.

Era mi propia fe que, siempre que la necesitaba, estaba ahí esperando para desatar su esplendor para seguir creyendo que Tú existes.

Ahora lo entiendo,

Solo se trataba de tener fe.