viernes

El as bajo la manga...


Cuando tus ojos se cierran en las noches de soledad y tu mente aprovecha este momento para proyectarlas miles de imágenes que quisieras vivir en tu vida real, puedes sentir como tu cuerpo completo se deprime, que intenta aunque sea arrastrarse con las pocas fuerzas que expulsa la esperanza. Tu lucidez se disipa, se pierde y ya la enorme torre de cartas que habías construido a lo largo de tu vida, en un momento se derrumba. Como si fuese así de fácil destruirte.

No te pierdas, no tambalees cerca de la orilla de aquel abismo, éste confunde, te lleva por donde existe más niebla y te llegas a desconocer. Tu voz no es la misma, tus pensamientos fluyen en dirección contraria y ya dejas de escucharte. El silencio te consume, te atrae hasta ni siquiera escuchar los gritos de desesperación que expresa tu alma. 

Tus ojos, aquellos ojos, la única parte de tu cuerpo que, a pesar de los años que pasen jamás cambian. La parte de ti que se mantiene intacta. Curioso, es la misma parte por donde se refleja tu esencia, esta que incluso nace antes que tú, antes de que cualquier destino sea preconcebido, mucho antes que tus impulsos te llevan a cometer los primeros errores y la ingenuidad se pierde con el niño de tu interior, dándole paso a la experiencia que, a veces, es mejor no tener.

Mira a tu alrededor y recoge con cuidado las partes de tu inconsciente. Únelas sin miedo y confía, que no siempre se juegan las peores cartas.

domingo

¿Qué?


El otro día un perrito me dijo -"hola!"- y yo le dije -"¡guau!"-, y me di cuenta de que algo estaba mal a mi alrededor, pero aún no estaba seguro de qué.